sábado, 13 de diciembre de 2014

¿Que Son Las Ciencias Sociales





   


       Ciencias Que Estudia El Comportamiento Del Hombre En La Sociedad y Sus Formas De Organización.
Las ciencias sociales agrupan a todas las disciplinas científicas cuyo objeto de estudio está vinculado a las actividades y el comportamiento de los seres humanos. Las ciencias sociales, por lo tanto, analizan las manifestaciones de la sociedad, tanto materiales como simbólicas.

HISTORIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES:



El presente artículo es una reflexión sobre la historia en el contexto actual del estudio de las ciencias sociales en Colombia. Como en cualquier otra disciplina, destaca la importancia de los marcos conceptuales y métodos de investigación en la historiografía, pese a la ausencia o fragmentación de éstos en su producción discursiva y en la escasa interdisciplinariedad con las ciencias sociales. 


Desde mediados del siglo XX, Fernand Braudel esclamaba en su conocido libro La historia y las ciencias sociales que había una crisis general de las ciencias del hombre abrumadas por la acumulación de nuevos conocimientos y carente de trabajos colectivos; le preocupaba también el lugar que ocuparía este “progreso” de las ciencias sociales “en el conjunto monstruoso de las antiguas y crecientes investigaciones”. Pese a todo, en su momento, el historiador del Mediterráneo era optimista y vislumbraba una oportuna convergencia de este progreso cuantitativo.
Desde el artículo de Braudel hasta la actualidad han transcurrido numerosos discursos e importantes escuelas de pensamiento en la historiografía y en las ciencias sociales, así como una prolífica etapa de institucionalización de este campo de saber en Colombia y en América Latina, pero ¿por qué después de haber transcurrido ya varias décadas de la manifiesta preocupación de Braudel se sigue hablando, con igual preocupación, de la crisis de la historia y de las ciencias sociales? .
1. En el país no es menos preocupante esta situación, según lo expresa el último balance Discurso y razón: Una historia de las ciencias sociales en Colombia el cual señala, incluso, un estancamiento en los últimos años en la incorporación de profesionales de las ciencias sociales en el aparato productivo como consecuencia de la delegación que se ha hecho de lo público al sector privado para que sea este último el que señale los límites y dirija las políticas de intervención del Estado en un círculo de privilegios y exclusiones sustentado por el desarrollismo, la privatización de la educación superior y la creación de profesiones sólo dirigidas a afianzar el modelo económico agroexportador e industrial del país.
Pero a los factores de orden estructural del Estado, también se debe tener en cuenta, en esta denominada crisis de crecimiento historigráfico y anárquico uso de teorías y métodos de investigación, la ausencia del debate crítico al interior de los escasos grupos de investigación, el aislamiento entre éstos, el parroquialismo y la escasa apertura a la interdisciplinariedad, sin que esto último signifique una pérdida de autonomía e identidad en el interior de cada disciplina.
En el caso particular de la historia, el balance de Jorge Orlando Melo Medio siglo de historia colombiananotas para un relato inicialseñala los importantes avances de esta disciplina en el último medio siglo, pero también los problemas que ha presentado en su propósito de consolidar una comunidad en la cual su identidad sólo se ha reducido al estudio del pasado. Si bien el panorama de expansión y avance cualitativo no pone en duda la relativa madurez y despliegue temáticos de la historiografía colombiana , se le acusa de haber abandonado las ambiciones explicativas, los vínculos entre historia y ciencias sociales y de un crecimiento sin evaluación en los años noventa liderado por historiadores jóvenes que cayeron en las modas y el uso de un lenguaje poco riguroso al punto que en su momento se dijo que “los nuevos historiadores habían arrojado montones de basura a la historia del país”(9) .
No cabe duda que el balance de Jorge Orlando Melo sobre el estado actual de la historia en Colombia abre un debate sobre la crisis que hoy enfrenta el desarrrollo de esta disciplina en el país, no obstante, el balance sobre los últimos años no deja de presentar un enfoque aun en ciernes y de cierta manera centralista dejando a un lado los avances de la historiografía regional que ameritaría la realización de estudios comparados con el fin de evaluar los alcances y limitaciones de estos.
Sería importante también proponer un balance sobre las investigaciones de los “jóvenes historiadores” con el fin de sopesar los avances de esta disciplina en la cual el hermetismo de los grupos ya consolidados abre muy pocos espacios a las nuevas generaciones enfrentadas a un mercado de penuria para la investigación y de mayores, aunque no mejores, oportunidades para la docencia. Valdría la pena también preguntarse ¿hasta qué punto los éxitos alcanzados en la producción historiográfica de los años precedentes a esta última década son consecuencia de esta misma comunidad crítica de historiadores que no alcanzó la madurez oportuna y se quedó corta en la dirección de las nuevas orientaciones de investigación y enseñanza de la disciplina?
Más que un saber acumulado, en la historiografía las preguntas son el acto acto esencial de la comprensión y sensibilidad hacia la investigación, en tanto que su producción invita a un compromiso de comunicación y enseñabilidad.
2. Buena parte de la crisis de la historiografía también habría que buscarla en los propios problemas de investigación de la disciplina, estigmatizada, en ciertos casos, como una práctica indemostrable y arbitraria(10), pero también en los escasos vículos entre un saber como práctica científica y otro como práctica para su enseñanza. No es un secreto que mientras importantes investigaciones historiográficas han abierto nuevas miradas para la comprensión de la sociedad colombiana, las prácticas docentes continúan ancladas en la rutina temática, la memorización, el culto al autoritarismo de los nuestros y el aprendizaje de un saber acabado y poco problematizado para el análisis histórico y el pensamiento crítico. Más que un saber acumulado, en la historiografía las preguntas son el acto acto esencial de la comprensión y sensibilidad hacia la investigación, en tanto que su producción invita a un compromiso de comunicación y enseñabilidad.
Pese a todas las críticas, la historia no puede ni debe renunciar a su carácter científico así su acepción como estudio del pasado entrañe cierta ambigüedad para designar tanto el conjunto de hechos o cosas sucedidas (res gestae) como el relato o relación de las cosas sucedidas del historiador (historia rerum gestarum). Mientras la primera se refiere a la historia total, una empresa humanamente imposible de concebir y construir (11) ; la segunda es la historiografía de todos los días que se construye con teorías, métodos, fuentes de investigación y la imprescindible mediación del relato de la narración (12) .
3. Es cierto que el relato del historiador no puede desprenderse de su “tiempo presente” y de la propia subjetividad o elección de los puntos de vista de quien escribe. Lucien Febvre decía que el historiador que estudiaba la vida no podía dejar de vivir (13) . Estudiése a la historia, pero antes de hacerlo estudiése al historiador, su contexto histórico y social, sentenciaba Carr cada vez que se refería al problema de la cientificidad (objetividad) de la historia(14). Michel de Certeau ha propuesto ir más allá de esta relación entre el historiador y su contemporaneidad al considerar que la historiografía es al mismo tiempo la posibilidad de una producción y el sujeto de su propio discurso (15). La única manera, - para Ricoeur- como el historiador en su oficio educa la subjetividad (16) .
Para Alexandre Koyré “la historia del historiador, historia rerum gestarum, no contiene todas las res gestae, sino las que son dignas de ser salvadas del olvido”(17) . Por tal razón -enfatizaba Koyré- la historia es consecuencia ni siquiera de una, sino de una doble elección: de la elección de los contemporáneos de la época que estudia y sucesores inmediatos, quienes asimismo como historiadores del presente o conservadores del pasado ya habían hecho una elección de lo que merecía ser retenido; y de la elección del historiador quien recurre ya sea a los materiales que le legaron sus antecesores o a nuevas fuentes por no estar de acuerdo con ellos (18) .
Pese a toda la tinta y cuestionamientos que han corrido sobre la cientificidad de la historia, el principio de rigurosidad de esta disciplina, como de cualquier otra, no debe renunciar al trabajo en equipo y la divulgación de sus avances de investigación entre otras comunidades en su propósito por encontrar nuevas preguntas en la interminable tarea de abrir horizontes de comprensión y proponer miradas integradoras de conocimiento.
Frente al desenvolvimiento de las sociedades, que de antemano se saben imperfectas de comprender en todas sus variables y amplitud, las comunidades de investigación en las ciencias sociales deberían mejor llegar a acuerdos sobre las preguntas por estudiar o discernir que sobre las respuestas por justificar o imponer, pues más que en los resultados, los problemas de la historiografía se descubren y enriquecen en las teorías, métodos y fuentes de investigación.
4. No se puede ignorar que los hechos históricos son enunciados del lenguaje y nunca resultado de la observación directa de las situaciones acontecidas, menos verificables y a lo sumo falsificables en el escenario de la crítica historiográfica y de las comunidades de investigación que entran en el juego del libre examen y la “prueba” argumentativa y disciplinaria (19) .
Incluso, los hechos del presente, del momento de la situación, que Braudel definía como el tiempo acontecimental, no se pueden liberar de la ficción que media entre el propio acontecimiento y el cuerpo narrativo y explicativo del relato (20). No obstante, este carácter bifronte de la historia, en el que media la narración y la pretensión de cientifificidad de sus teorías y métodos de investigación, es un aspecto que le atañe a todas las disciplinas (21). Precisamente, lo que presupone una diferencia entre la narrativa y la historia es que esta última antes que otra cosa es un esfuerzo riguroso y sistemático para aproximarse a la interpretación del pasado (22). En la historia, al igual que en otra disciplina, una práctica sin teorías y métodos de investigación acaba necesariamente en la crónica incipiente o en la apología de valores eternos e intemporales (23).
La tenue y a veces intrincada frontera entre narativa e historia no debe plantear una polarización entre dos situaciones que son complemento y contrapartida del oficio del historiador en su esfuerzo por “repetir” su pertenencia a la misma humanidad y alcanzar el imprescindible vínculo entre el lenguaje y los procesos metodológicos para “atrapar” las huellas, los vestigios materiales, los documentos.
5. Por último, a manera de cierre de esta reflexión pero no del debate, cabría considerar que si la explicación en la disciplina histórica sugiere argumentar por qué las sociedades se transforman en la amplitud y diversidad de sus manifestaciones culturales, sería importante recurrir a las teorías y métodos de investigación anclados en las exitosas tradiciones historiográficas, pero también en las nuevas tendencias del estado del arte de la disciplina y de la narrativa con el fin de abrir el escenario de posibilidades explicativas.
De otra parte, sin renunciar a construir una propia heurística en la historiografía, el trabajo interdisciplinario sigue siendo fundamental en la historia por el aporte que siempre le han hecho a ésta las teorías y métodos de investigación de las ciencias sociales.
Por la misma naturaleza irreversible de las sociedades, las teorías de las ciencias sociales son hipotético-deductivas, aunque la irreversibilidad del mundo no es un problema epistemológico que le atañe sólo a las ciencias sociales; al descubrirse y definirse la entropía como un problema universal de conocimiento, la irreversibilidad en las denominadas “ciencias naturales” también es un problema para la aprehensión de la realidad.
Este carácter hiptético-deductivo de la investigación histórica implicaría reconocer que el éxito de una investigación se encuentra más en los problemas teóricos de estudio que en la recolección indiscriminada de datos. Un proceso que requiere, de manera simultánea, de la formulación de hipótesis en las etapas de búsqueda de la información; cuando los esfuerzos por desarrollar sistemas de hipótesis resulta muy complejo también se recurre a la definición de variables y sus posibles interrelaciones. En ciertos casos es importante recurrir a los métodos cuantitativos de la cliometría para enriquecer o complementar los aspectos cualitativos de una investigación, como lo sugieren importantes trabajos en esta materia (24) .
No hay duda que las conceptualizaciones en la disciplina histórica son básicas en la elaboración del discurso historiográfico, pero no se debe abusar de éstas en la construcción de tipos ideales o generalizaciones sin referentes empíricos. La historia regional y local hoy cobra vigencia por su importancia para establecer una negociación entre la heurística de las teorías, sus ambiciones explicativas y la propia evidencia empírica de las variables problemáticas referidas a un contenido histórico particular.
Mientras la teoría es la médula espinal sobre la cual se soporta la armazón de la investigación, los métodos son los procesos de adquisición de conocimientos que le dan forma a ésta y las fuentes los ladrillos que la constituyen. No hay teorías “ad hoc” que se puedan aplicar al análisis de la historia; ellas se construyen en el mismo proceso de investigación. Aunque el trabajo en archivo es la materia prima del oficio del historiador, la abstracción es parte de la identidad más esencial de su disciplina.

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